lunes, 21 de julio de 2008

La ‘melancolía genética’ se suma a las amenazas que se ciernen sobre el futuro de las ballenas

Desde el cese de la caza comercial, hace veintidós años, el número de cetáceos tan sólo ha crecido un 10%
Su escasez hace que los encuentros para reproducirse y formar grupos sea cada vez más difícil


COLPISA / AFP
18 de julio, 2008

Más de veinte años después de la introducción de la moratoria sobre la pesca comercial, las poblaciones de ballenas siguen estando seriamente amenazadas por la contaminación, las colisiones con embarcaciones, la «caza científica» -sobre todo, por parte de Japón- y también por la melancolía genética que entorpece la reproducción.

La Comisión Ballenera Internacional (CBI), que se reunió hace un mes en Chile para decidir sobre la concesión de eventuales cuotas a los pocos países que las reclaman (principalmente Japón, Islandia y Noruega), renovó la veda por «precaución», sin disimular los enfrentamientos entre los países que reclaman una mayor cuota para la caza de cetáceos y aquellos que promueven políticas conservacionistas. El punto de mayor desencuentro se dio con el rechazo a la solicitud de Groenlandia, territorio autónomo perteneciente a Dinamarca, de que se aumente a 10 el número de ballenas jorobadas que capturan los esquimales.

Japón se ha otorgado a sí mismo una cuota de 1.000 de estos mamíferos alegando unos «propósitos científicos» que muy pocos toman en serio. Noruega e Islandia también desafían la prohibición. La última reunión de la CBI no sirvió para disuadirlos.

En teoría, veinte años en paz, debería haber dado la oportunidad para que se recuperaran las poblaciones hasta niveles que permitieran una caza controlada.

«Sin embargo, desde el cese de la caza comercial de ballenas, en 1986, las reservas sólo se han recuperado ligeramente y su crecimiento oscila entre el 5% y el 10%, dependiendo de los grupos. En general siguen estando muy, pero muy lejos de los niveles de hace años», señala Jean-Benoît Charrassin, del Museo de Historia Natural de París y delegado científico de Francia en la CIB.

El número de ejemplares de ballenas que quedan en los mares enfrenta a los países partidarios de una conservación pura y sin compromisos y a los que defienden la caza. La familia de las ballenas francas es la que más ha sufrido la caza y se calcula que sólo quedan hoy entre 400 y 500 ejemplares, a pesar de que está protegida desde 1936.

De las 255.000 ballenas azules que había en la Antártida a inicios del siglo XIX, apenas quedaban 400 en los años setenta, a pesar de que están protegidas oficialmente desde 1948. «Ahora hay alrededor de 2.200 (entre 1.100 y 4.000 según las diferentes estimaciones), es decir, el 1% de las que existían», denuncia Charrassin. Los datos sobre las ballenas jorobadas de la Antártida son mucho mejores, ya que hay unos 50.000 ejemplares -el 30% de las reservas originales- y una tasa de crecimiento anual del 7% al 8%.

Jean-Benoît Charrassin, contrario a la apertura de cuotas, incluso entre las especies relativamente en mejor estado -«debido a las inexactitudes estadísticas»-, espera que este aumento en las reservas pueda continuar en las próximas décadas, siempre y cuando no haya amenazas mayores. «Éstas son muchas y es un error destacar sólo la pesca», insiste Regina Asmutis-Silvia, bióloga y consultora de la Sociedad de Conservación de Ballenas y Delfines en Estados Unidos.

«También tenemos que tener en cuenta las colisiones, la contaminación, incluyendo la acústica, las captura accidentales, la destrucción del hábitat y el desarrollo urbanístico de las costas», afirma.

También inciden el cambio climático y la mayor acidez de las aguas de los océanos, lo que podría privar a las ballenas de su comida favoritas, el krill, ya de por sí muy codiciado por las grandes piscifactorías. Otro peligro que acecha a las ballenas es la melancolía. Para el filósofo francés y naturalista Yves Paccalet, compañero del comandante Jacques-Yves Cousteau, los cetáceos han sido tan agotados por el hombre que ya no tienen fuerzas para seguir. «Las consecuencias psicológicas de nuestras agresiones les han arrebatado el placer de vivir», asegura.

Se trata de un fenómeno que Paccalet describe como la «melancolía genética», que ya fue observada en el bacalao de Terranova, excesivamente explotado hasta la prohibición de pescarlo en 1992, pero cuyas poblaciones no se han sobrepuesto desde entonces.

«En mi opinión, las ballenas también sufren de este síndrome lo que para mí no era más que una sospecha hace veinte años, se está confirmando cada vez más», opina.

«Para reproducirse -explica-, hace falta una gran cantidad de individuos se crucen, se rocen, se exciten. En caso contrario, la especie sucumbe a la melancolía genética y deja de reproducirse. Y la ballena azul rara vez se cruza con sus semejantes».

«El equilibrio sigue siendo frágil: si dejamos a las ballenas tranquilas, no se excluye que puedan seguir prosperando. De lo contrario, la caída puede ser rápida: estamos en el filo de la navaja», asevera Yves Paccalet.

MORATORIA DISCUTIDA
El veto a la caza comercial de la ballena adoptada en 1986 por la Comisión Ballenera Internacional (CBI) ha conocido diversas vicisitudes

1986 : entrada en vigor de la moratoria que prohíbe la caza comercial de ballenas, votada por la CBI en 1982. Sólo se permite la caza "con fines científicos".

1987 : la CBI preconiza restricciones a la caza con fines científicos. Japón inicia la caza "científica" y la URSS acaba con la caza comercial, aunque mantiene la caza tradicional y científica.

1989 : Islandia decide poner fin a la caza en 1990.

1990 : prolongación de la moratoria sobre la caza comercial.

1992 : la CBI decide que los rorcuales puedan ser de nuevo cazados en 1993 en el hemisferio sur y el Atlántico Norte. Islandia abandona la CBI como protesta por la prolongación de la moratoria.
1993 : Noruega retoma unilateralmente la caza comercial y Greenpeace llama al boicot de los productos noruegos.

1994 : creación de un santuario para las ballenas en el hemisferio sur.

1996 : la CBI mantiene la moratoria.

1997 : la llamada Convención de Washington, sobre el comercio internacional de especies de flora y fauna en peligro de extinción, decide que las ballenas seguirán siendo protegidas.

1999 : acuerdo firmado por Italia, Francia y Mónaco para crear un santuario marino para los cetáceos en el Mediterráneo.

2000 : Estados Unidos prohíbe pescar en sus aguas a los pescadores japoneses como protesta por su incumplimiento de la moratoria. La CBI rechaza la proposición de Australia y Nueva Zelanda para crear un santuario en el Pacífico y rechaza una solicitud de Japón para retirar a Greenpeace su estatus de observador.

2001 : la CBI acepta el retorno de Islandia, pero sin darle derecho a voto.

2002 : Noruega reanuda sus exportaciones de productos balleneros, prohibidos por la Convención de Washington, fundamentalmente hacia Japón.

2003 : Islandia reanuda oficialmente la caza científica. La CBI adopta la «iniciativa de Berlín», cuya misión será la conservación de los mamíferos marinos y no sólo la prohibición de la caza.

2005 : Japón anuncia que duplicará las capturas de rorcuales y que pescará otras especies de ballenas consideradas como amenazadas bajo el pretexto de la caza científica.

2006 : los países a favor de la caza impulsan una resolución que juzga que la moratoria sobre la caza comercial de las ballenas «no es necesaria en adelante», pero que no la deroga. Islandia reanuda la caza comercial.

2007 : Japón amenaza con abandonar la CBI después de que los países miembros le negaran los derechos a la caza de subsistencia.

2008: La CBI decidió a finales de junio en Santiago de Chile mantener el statu quo actual sobre las ballenas y la creación de un grupo de trabajo con el fin de consensuar posiciones entre conservacionistas y cazadores de ballenas.

Fuente: Diario La Verdad - España

Etiquetas:

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal